sábado, 11 de junho de 2016








Cuando el corazón no llora, llora el cuerpo

Existe una conexión entre las enfermedades y las emociones. Las emociones no surgen de la nada, sino que están relacionadas con nuestro modo de interpretar lo que nos sucede y estas reacciones pueden dar lugar a síntomas fisiológicos. Del mismo modo que las enfermedades físicas influyen en nuestro estado de ánimo y nos provocan temor, miedo o preocupación, muchos problemas psicológicos que tienen su reflejo en cómo sentimos nuestro cuerpo.

Cuando la relación mente cuerpo ve alterada su armonía, debido a emociones displacenteras, sentimientos negativos, baja autoestima y situaciones de estrés, aparecen las enfermedades psicosomáticas. Son consideradas dolencias físicas cuya aparición y curso puede relacionarse con factores psicológicos. Al hablar de síntomas psicosomáticos nos referimos a las dolencias físicas para las que no se tiene la posibilidad de practicar un diagnóstico médico.

“Todas nuestras emociones se inscriben al nivel del cuerpo”
-Boris Cyrulnik-

Proyección de las emociones en el cuerpo

Existen diferentes modalidades en las formas de manifestación de trastornos o alteraciones orgánicas que tienen su correlato con factores de orden psicológico:

Digestivas: colon irritable o síndrome de intestino irritable. Se vincula con la ira, el enfado, y la agresividad.

Corazón y sistema cardiovascular: relacionado con la euforia, histeria, excitación, hipersensibilidad y nerviosismo.

Respiratorias: en la depresión ante el factor sorpresa se corta la respiración, la emoción sofoca y los estados de angustia ahoga.

Endocrinas: se ven alterados por desequilibrios emocionales como la ansiedad, la duda, el escepticismo y los celos.

Genitourinarias: vinculados al miedo, la falta de autoestima, la timidez y la desesperanza.

Dermatológicas o cutáneas: guardan relación con las dificultades para comunicarse cuando uno quiere imponer su palabra, el exceso de autoridad y el dominio sobre los demás.


“La cuestión no es que enfermedad tiene una persona, sino quien es, la persona que tiene la enfermedad”
-William Osler-


Nuestro cuerpo grita cuando las emociones callan

Ante una misma dolencia o enfermedad su manifestación física se desarrolla de una u otra manera, dependiendo del estado de ánimo con el que la afrontemos. En enfermedades como el cáncer o la fibromialgia está demostrado que el aprender a gestionar las emociones y encontrar cierto equilibrio emocional ayuda a la recuperación del paciente.

Cuando las emociones no se expresan se produce un déficit en la mentalización de las emociones, las sensaciones corporales aparecen escasa o nulamente asociadas a estados mentales.

Un concepto muy importante relacionado con la incapacidad de expresar emociones es la alexitimia. Describe un grupo de síntomas observados en personas con enfermedades psicomáticas y manifiesta una dificultad en identificar y describir emociones, así como una vida de fantasía interna empobrecida.

Las diferentes causas de la alexitimia incluyen rasgos hereditarios, genéticos, neuronales, lesiones cerebrales, o traumas. Las personas con alexitimia son a menudo descritas por los demás, incluyendo a sus seres queridos, como frías y distantes. Carecen de habilidades empáticas y tienen grandes dificultades para comprender y responder con eficacia a los sentimientos de otras personas.


La represión emocional

Se ha planteado la existencia de un fenómeno de represión emocional en la alexitimia. La represión serviría para mantener experiencias dolorosas o desagradables fuera de la conciencia. Los individuos la utilizan como una estrategia defensiva y tendrían, por lo tanto, menos acceso a recuerdos emocionales, especialmente a aquellos acontecimientos negativos o desagradables.

El bloqueo emocional es la respuesta dada por muchas personas a un padecimiento vivido como amenazador o grave, reflejado en la dificultad para reconocer y regular las emociones propias, con objeto de autoprotegerse contra el sufrimiento. Aunque lejos de  proteger, este estilo emocional tiene graves consecuencias clínicas y sociales. Lo que la boca calla el cuerpo grita.



La mayoría de las enfermedades las ocasionamos nosotros mismos mediante emociones no liberadas

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