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DOS PAREDES

La vida me aprieta, como esperando sacar algún dulce jugo de mi bagazo.

Apuesto a que está sorprendida, incluso decepcionada, porque el líquido que fluye es más ácido o  amargo o salado.

Me siento dentro de un exprimidor gigante, pero no de los que conocemos; a veces parecen dos paredes paralelas, que poco a poco van disminuyendo la distancia que las separa, sin tener en cuenta que yo estoy entre ellas.