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PROMESA
Te
ofrezco mi mirada de ternura, la calidez de mi abrazo, mi sonrisa cuando te
veo.
¡Llegué
tarde o tú fuiste el que llegó tarde! ... ¡no sé!
La
alegría llena mi sangre de dulzura - la dulzura que hace el bien, que llena el
alma y la vida. Mi boca guardará palabras delicadas. Por todo y nada, por la
simple presencia, siempre es un inmenso placer.
Los
ojos dicen cosas que nosotros no décimos. Los tuyos encantan los míos y veo
que los tuyos también se alegran, porque parecen sonreír al verme. El abrazo se
convierte en un lugar familiar. Tu sonrisa ilumina el día. El reencuentro
calienta la existencia y asegura la promesa de más dulzura.
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